domingo, 16 de junio de 2013

¿Cómo pueden robar el acceso a nuestra cuenta?

Un despiste, por ejemplo, puede propiciar un acceso no autorizado a alguna de nuestras cuentas. ¿Despistes? Sí, por ejemplo, dejarnos la sesión abierta en un equipo de uso compartido o dejar nuestro equipo con sesiones abiertas en el navegador y dejar que alguien lo utilice (sin nuestra supervisión), acciones a las que no les damos importancia pero que implican la exposición de nuestras cuentas a un tercero.
Al igual que avanza la tecnología, también avanzan los métodos que siguen estos “ladrones digitales” para intentar acceder a nuestros datos. FireSheep, que nos aterrorizó el otoño pasado, no fue más que un aviso que realizó un experto en seguridad que nos mostró lo vulnerables que éramos en un congreso, en una cafetería o en un hotel en la que la red inalámbrica no estuviese cifrada.
Pero, quizás, el mayor de los riesgos esté en nosotros mismos. Una mala política personal de contraseñas puede ser un problema para la preservación de nuestra identidad digital. Usar la misma contraseña en todos los servicios web en los que estamos registrados en un gran riesgo, básicamente, porque si se compromete uno, todos lo están. Este es uno de los fallos más comunes que junto a compartir la contraseña con amigos y/o familiares, apuntar la contraseña en las notas del móvil o en un papel que guardamos en la cartera y poner una obviedad en la respuesta de las “preguntas secretas” son malas prácticas que comprometen nuestros datos. Ponérselo complicado a estos “amigos de lo ajeno 2.0” está en nuestras manos y la contraseña es algo que definimos nosotros mismos.

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